martes, 5 de julio de 2011

Los Arcos

Ayer descansé  bien en Villamayor, hoy me levanto temprano pues esta etapa será un poco difícil: caminaré 12 km sin ninguna fuente de agua en el Camino y sin ninguna población.
Está un poco fresco, y eso ayuda a caminar con mejor ritmo. Igualmente siempre camino disfrutando los lugares, tomando fotos, deteniéndome cada vez que tengo ganas.
La pasmina me ha sido de gran utilidad: la tiro al suelo, bajo la mochila, me saco las zapatillas y descanso, observo, pienso, disfruto el aire y los colores del Camino.
Del sol me protege otro sombrero, ya que el que traía desde Roma decidió abandonarme en un bus, cuando llegamos a Pamplona. Espero siga  viajando con otra persona por lugares increíbles.

Rato después pude comprobar que también era una etapa casi SIN CARTELES!! Estuve desorientada algunas veces, porque el pasto tapa los carteles, pero cinco km antes de Los Arcos me encontré con la disyuntiva: sin indicación, ni peregrinos cerca, voy a la derecha o a la izquierda?
Hice un rápido TA-TE-TI, como cuando éramos chicos, y otra vez giro a la izquierda.
Como a los 15 minutos escucho un tractor, le hago señas al conductor y él me indicó con un gesto que debía seguir por ese sendero, que bueno!!!
Minutos después veo unos peregrinos en bicicleta, parece que en ese tramo compartimos Camino con ellos.
En estos 12 km sólo hice una parada a la hora y media para comer un yogurt y un plátano y otra un poco antes de llegar, para compartir la caminata con don Caracol, que también hacia el Camino con su casa a cuestas.


Como lo vi sin apuro, y yo empezaba a sentir el sol, lo saludé y seguí viaje.
















Alguien había construido hace poco un pequeño puente y nos había dejado su mensaje escrito en el cemento, que buena onda!!!







La única persona que encuentro en esta etapa es una chica lituana que había dormido en el mismo Albergue, nos intercambiamos el típico "Buen camino", ella se retrasa, tal vez esperando a alguien, y yo sigo, ayudada por mis bastones.


hospitalidad navarra para los peregrinos del mundo

Llego a media mañana a Los Arcos, donde hay un lugar para que los peregrinos descansen al llegar, la típica fuente de agua, bancos, sombra... en fin, lo necesario para reponer fuerzas y llegar hasta el Albergue suizo, donde me ponen el sello.




Atravieso la calle Mayor y llego hasta la Iglesia.

Recorro un poco sus calles, con la emoción de las cosas que se terminan: he decidido dar por terminado mi Camino de Santiago por este año, faltándome  llegar a Sansol, Torres del Rio,  Viana y Logroño.

Pero no dejan de sorprenderme sus
calles: tienen portones, que a esa 
hora estaban abiertos. Charlando 
con otros peregrinos me comentan 
que es posible que allí también se 
hagan encierros de toros, y por 
eso se necesiten esa grandes puertas.
Me llevo la incógnita.







Busco la parada del bus para volver a Puente la Reina, donde ha quedado mi mochila grande esperando por mi.
Me voy de Los Arcos en silencio, con los pies cansados y el alma feliz, con la convicción de que volveré un día, para retomar el Camino.

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